Muralista del celuloide,
tu cámara ha reflejado en grande los cielos de México,
las montañas, los valles, los ríos, los hombres de a caballo
y las mujeres que abren su rebozo
Elena Poniatowska
El nombre de Gabriel Figueroa es evocación de luz, sombra, paisaje y nacionalismo. A través de sus 213 películas logró, junto con Alex Phillips, Ross Fischer, Jack Draper y Paul Strand entre otros, establecer el valor real de la fotografía en el cine, convirtiéndola en uno de los factores que le dieron grandeza al cine nacional en la llamada época de oro.
Gabriel Figueroa nació en la ciudad de México el 24 de abril de 1907. Realizó estudios en la Academia de San Carlos y en el Conservatorio Nacional de Música, mismos que no concluyó, pero que sin duda contribuyeron a conformar su concepto estético. Descubrió la fotografía, y sin estudios formales en dicho arte, comenzó un camino hacia su perfeccionamiento. Su primera incursión en el cine fue en 1933 en la cinta Revolución (La sombra de Pancho Villa) del director Miguel Contreras Torres. A esta le siguieron Almas encontradas, La Mujer del Puerto, Enemigos y La sangre que manda, en todas ellas tomando fotos fijas. Su experiencia con la luz, que sería tiempo después la característica de sus trabajos, inició en 1934 al participar como iluminador en El Escándalo y El primo Basilio, ambos filmes del director Chano Urueta.
Un momento decisivo en su carrera fue quizá el haber estado en contacto con el conocido cinefotógrafo Greg Toland, al conseguir en 1935 una beca para estudiar en Hollywood. Toland, fotógrafo de El ciudadano Kane de Orson Wells, sería siempre considerado por Figueroa como su maestro, de él aprendió la manipulación de la luz, la óptica, la composición y el manejo de la profundidad de campo.
Ese mismo año regresó a México y trabajó como operador de cámara en Vámonos con Pancho Villa y Las mujeres mandan de Fernando de Fuentes; María Elena de Raphael J. Sevilla; y con Alex Phillips en Cielito lindo. Dichos trabajos consolidarían su entrenamiento fotográfico en el cine.
Allá en el Rancho Grande de Fernando de Fuentes, filmada en 1936, fue sin duda una película relevante tanto en la cinematografía nacional como en la carrera de Figueroa. Dicha cinta es considerada como el primer éxito internacional, comienzo de la época de oro de nuestro cine y base para la industria cinematográfica del país. Con ella Figueroa ganó el premio por Mejor Fotografía en el Festival de Venecia en 1938. Sin embargo su trabajo, pasó inadvertido. Cabe señalar que el éxito de Allá en el rancho grande, se produjo en un momento crucial, la Segunda Guerra Mundial se vivía en Europa y en Estados Unidos la producción fílmica era casi nula, lo cual ayudó al auge internacional del cine mexicano.
Luis Buñuel es una secuencia de “Gabriel Figueroa, cinefotógrafo”. En ella hay atisbos de lo suyo entre 1952 y 1964: Él, Nazarín, El ángel exterminador, Simón del desierto.
Los olvidados, en cambio, aparece entre metrópoli y barrio bajo, lo que va muy bien desde la primera vista de Julio Cortázar. “He aquí que todo va bien en un arrabal de la ciudad”, escribió Cortázar en 1952, “es decir que la pobreza y la promiscuidad no alteran el orden, y los ciegos pueden cantar y pedir limosna en las plazas, mientras los adolescentes juegan a los toros en un baldío reseco, dándole tiempo de sobra a Gabriel Figueroa para que los filme a su gusto. Las formas –esas garantías oficiales no escritas de la sociedad, ese who’s who bien delimitado– se cumplen satisfactoriamente. El arrabal y los gendarmes de ficción se miran casi en paz. Entonces entra el Jaibo.”
En la exposición este arrabal de las formas lo documentan fotos de Héctor García, Nacho López, Juan Guzmán y Rodrigo Moya. Y el arrabal de Los olvidados en su día no tuvo mejor testigo que Cortázar, quien vio el antipatetismo de la mirada del Jaibo-Buñuel:
Aquí los chicos mueren a palos y sin pérdida de tiempo, se pierden en las callejas sin más bienes que un talismán al cuello y un sarape al hombro [...] Buñuel no nos da tiempo de pensar, de querer hacer algo por lo menos con un movimiento de conciencia. El Jaibo tira de los hilos, la cosa sigue. “Demasiado tarde”, ríe el ángel feroz. “Debiste pensarlo antes. Míralos ahora morir, envilecerse, rodar entre basuras.” Y nos lleva delicadamente sobre la pesadilla [...] Una a una, las figuras del drama caen en su nivel básico, el más bajo, el que las formas disimulaban. Gentes a las que teníamos un algo de confianza, se envilecen a última hora... Entre tanto la policía mata al Jaibo, pero se siente que esta reivindicación de las formas sociales es todavía más monstruosa que los dramas desencadenados por él; ahogado el niño, María tapa el pozo. Preferimos al Jaibo, que nos lo ha hecho ver, que nos da la dimensión del pozo a tapar antes que otros niños caigan.
Si Figueroa rara vez discutía una puesta en escena, no tenía por qué comportarse de otra manera con Buñuel. Tal vez por esto en 1974 lo llamó “mi fotógrafo predilecto”, casi un cuarto de siglo después de Los olvidados.
Su trabajo abarca producciones mexicanas, estadounidenses como "La Noche de la Iguana" y "Bajo el Volcán", cubanas, francesas y fue ganador de innumerables premios y reconocimientos en el mundo.
Fuentes:
http://www.letraslibres.com/index.php?art=12772
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/figueroa_gabriel.htm
Leer más en:
http://www.gabrielfigueroa.net/
Películas fotografiadas por Figueroa en Cinearte:
"Un retrato de Diego" (De Figueroa)
"Enamorada"(Del Indio Fernández)
"¡Que Viva México!" (de Eisenstein)
"El Gallo de Oro"(de Roberto Gavaldón, guión de Juan Rulfo)
"El ángel exterminador"(de Luis Buñuel)
"La noche de la iguana"(de John Huston, guión de Tennesee Williams))
"La mujer del puerto"(de Arcady Boytler)
"María Candelaria"(del Indio fernández)
"Macario" (de Roberto Gavaldón)
"Los Olvidados"(de Luis Buñuel)
"Nazarín" (de Luis Buñuel)