Akira Kurosawa (1910-1998) |
El cine japonés empezó a ser conocido en Occidente cuando «Rashomon», de Akira Kurosawa, ganó el primer premio del Festival de Cine de Venecia en 1951. Ese León de Oro fue el impulso que le permitió salir de su aislamiento fílmico; aislamiento provocado por la incapacidad industrial para exportar su producción y no por razones de calidad, ya que el del Japón siempre fue un cine espléndido. En ese momento se descubrieron afuera las películas de Kenji Mizoguchi, Yasujiro Ozu, Teinosuke Kinugasa, Kon Ichikawa, Hiroshi Inagaki, Masaki Kobayashi, Tadashi Imai, hasta entonces insulares.
Conocido como "El emperador del cine", Akira Kurosawa nació en 1910 y fue el menor de los siete hijos de un oficial descendiente de samurais y de una mujer perteneciente a una familia de comerciantes en Omori, Tokio. Estudió bellas artes, pero el temor de no ser un buen pintor y su interés por el cine lo llevaron en 1936 a trabajar en los estudios cinematográficos Toho en Tokio, primero como ayudante del director Kairo Yamamoto y luego como guionista de distintos realizadores.
Debutó como director durante la Segunda Guerra Mundial con La leyenda del gran judo (1943) y La nueva leyenda del gran judo (Zoku sugata sanshiro, 1945), historias llenas de espíritu nacionalista. En la segunda mitad de la década de los cuarenta realizó siete películas, entre estas destacan: No añoro mi juventud (Waga seishum ni kuinashi, 1946) y Un domingo maravilloso (Subarashiki nichiyobi, 1947), sólidos dramas, pero sobresale El Ángel borracho (Yoidore tenshi, 1948), la trama enfrenta a un médico alcohólico y a un gángster tuberculoso y fue la primera de su larga serie de colaboraciones con el famoso actor Toshiro Mifune, y además rodó El perro rabioso (Nora inu, 1949), un triller policiaco donde ofreció una visión neorrealista del Tokio de la postguerra.
Se dio a conocer internacionalmente con Rashomon (1950), cinta que trata sobre distintos puntos de vista acerca de una violación ocurrida en el siglo XI, y por la que resultó ganador del León de Oro de la Muestra de Venecia y del Oscar a la mejor producción extranjera en 1951. El éxito obtenido con Rashomon, le permitió rodar con total libertad: El idiota (Hakuchi, 1951), adaptación del clásico de Fiodor Dostoievski; Vivir (Ikiru, 1952) sobre la vida de un funcionario con cáncer; Los siete samuráis (Shishinin no Samura, 1954), historia de época con la cual gana nuevamente el León de Oro de la Muestra de Venecia; Los bajos fondos (Donzoko, 1954), versión de la obra homónima de Máximo Gorki; El trono de sangre (Kumonosu-jo, 1957), adaptación de Macbeth, de William Shakespeare; La fortaleza escondida (Kakushi toride no san Akunin, 1958) historia de época; El mercenario (Yojimbo, 1961), relato de samuráis, y El infierno del odio (Tengoku to jigoku, 1963), adaptación de una novela policiaca del especialista norteamericano Ed McBain.
Tras el fracaso comercial de Barba roja (Aka Hige, 1965), producción histórica sobre la vida de un médico, tardó cinco años en filmar El camino de la vida (Dodes ka-den, 1970), su primer trabajo en color, que consiste en una dura parábola sobre la otra cara del desarrollo económico. A pesar de que se trató de un gran cinta, el fracaso comercial propició que el famoso realizador no encontrara productores para sus siguientes proyectos, asunto que lo sumergió en una profunda depresión y lo llevó a un intento de suicidio. Cinco años después gracias al apoyo de la entonces Unión Soviética consiguió financiamiento para rodar Dersu Uzala, y llevar así a la pantalla las memorias del explorador Vladimir Arseniev.
Dersu Uzala, fue un éxito inesperado, una película reconocida entre sus mejores trabajos y con la cual ganó el gran premio del Festival de Moscú y el Oscar a la mejor película extranjera en 1975.
En 1980 recibió el Oscar por su trayectoria y filmó, Kagemusha con la ayuda de George Lucas y Francis Ford Coppola, recibiendo por esta cinta la Palma de Oro del Festival de Cannes. En 1984 filma Ran, nuevamente una adaptación de Shakespeare, al realizar la versión cinematográfica de El rey Lear. En 1990 comienza el rodaje de Los sueños de Akira Kurosawa, con la producción de George Lucas y Steven Spielberg.
Sus dos últimos trabajos fueron Rapsodia en agosto (1991) y Madayayo (1993) cintas que a su muerte, ocurrida el 6 de septiembre de 1998, mientras dormía, aún no habían sido proyectadas.
La década de los cincuenta se convirtió en una era muy rica y variada en el cine japonés. Floreció la industria y maduró la expresión de varios directores entre los que destacó Akira Kurosawa (nacido en Tokio, 1910). Akira Kurosawa es el director japonés más conocido en Occidente. No sólo porque recibió influencias del cine francés, de la literatura inglesa y rusa, y de directores norteamericanos como John Ford, William Wyler o George Stevens. También porque trabajó dentro de la cobertura ofrecida por los Jidai-jeki y Gendai-jeki, esas vertientes dramáticas tradicionales del Japón, pero impuso a su interior un tratamiento cercano al del cine de géneros occidental. Una cinta como «Los siete samurais» está muy cerca del western y tomó los códigos de la iluminación y la escenografía expresionistas del cine negro en películas como «Perro rabioso».
Los premios otorgados a «Rashomon» no sólo reivindicaron el valor de un cine que había perdido su autoestima con la derrota bélica; también fueron el reconocimiento a un director como Kurosawa que apostaba por la búsqueda formal al contar una historia criminal a través de las cuatro versiones diferentes de los hechos ofrecidas por sendos testigos. Hubo también un efecto de reconocimiento cultural en la concesión de esos premios por el jurado veneciano y el de otros festivales: como Pirandello y Faulkner, «Rashomon» trataba el viejo tema de la relatividad de la verdad y lo ilusorio de las apariencias.
Pero Kurosawa también deslumbró por sus películas de samurais. Las más celebradas fueron «Los siete samurais», «La fortaleza escondida» y «Yojimbo». La primera es una variación del tema clásico de la lucha de los campesinos contra los grandes propietarios agrícolas que también reconocemos en el cine del Far West norteamericano. Con la diferencia de que en el film de Kurosawa se enfrentan los campesinos contra los bandidos que amenazan la prosperidad de la aldea. Y como en el western, en esta cinta vemos la preparación bélica de un grupo de especialistas, el adiestramiento para el combate y el desarrollo de un código de lealtades grupales. A su turno, «Yojimbo» es la historia del espadachín contratado que llega a un pequeño pueblo desgarrado por la lucha entre dos facciones criminales y termina por derrotar a ambas partes. Una matriz argumental en la que se reconoce el fundamento de «Por unos dólares más» y «Por un puñado de dólares», las películas de Sergio Leone que lanzaron a la fama a Clint Eastwood. El estilo épico y dinámico de Kurosawa influyó en muchas películas norteamericanas posteriores, desde «Los 7 magníficos», de John Sturges hasta «Guerra de las galaxias» cuya trama, según lo reconoció el propio George Lucas, está derivada de «La fortaleza escondida». Su influencia llegó también a América latina, donde el brasileño Glauber Rocha llevó la mitología samurai al nordeste de su país en cintas como «Dios y el diablo en la tierra del sol» y «Antonio das Mortes».
Películas de Kurosawa en Cinearte:
Los sueños
Vivir
La sombra del guerrero
Los siete samuráis
Ler más aquí:
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/k/kurosawa.htm
http://www.hoycinema.com/perfil/Akira-Kurosawa.htm
http://www.blogdecine.com/cine-asiatico/akira-kurosawa-sus-diez-peliculas-imprescindibles
1 comentario:
definitivamente uno de los grandes directores de cine de todos los tiempos.
Publicar un comentario